¿Has sentido tanta tristeza que no quieres salir de la cama? ¿No disfrutas nada y no quisieras ver a nadie? ¿Viviste una situación dolorosa que recuerdas permanentemente?, ¿Crees que tu vida ya no tiene sentido y no sabes como seguir? ¿Pasan por tu mente ideas sobre cómo quitarte la vida?
Una tarde llegó a mi consultorio un padre de familia, en su cara se notaba su angustia, no paraba de ver su teléfono, parecía estar esperando una llamada con malas noticias. Me contó que desde hace tres años su hija de 23, venía presentando una depresión mayor con varios intentos de suicidio, que en ese momento se encontraba hospitalizada pues su último intento había sido hace un par de días, con una sobredosis de pastillas para dormir. En su relato dijo que su esposa había sufrido del mismo trastorno por muchos años, también con múltiples intentos de suicidio hasta que finalmente hacía tres años había logrado terminar con su vida. Desde ese momento su hija estaba presentando los mismos síntomas y su gran miedo era perderla, permanecía angustiado esperando esa llamada cada vez que estaba lejos de ella, a pesar de que siempre tenía a alguien acompañándola y que ni siquiera le permitían estar sola en el baño, no dormía de pensar que hiciera algo en la noche.
Sabía que era muy importante que él sanara sus miedos y tuviera certeza sobre el proceso de su hija para apoyarla de la mejor manera. Su estado emocional sería clave para ayudarla, así que decidí hacer algunos balances para disminuir sus miedos y bajar la ansiedad, de esta forma pudo probar parte de la técnica que manejo, sintiéndose mucho mejor salió esperanzado con el futuro tratamiento de su hija.
Días después llegó a mi consultorio esta mujer, delgada, pálida, con la mirada pérdida, con su mente en otro lugar, en sus ojos vi desesperanza, pero también vi un ser lleno de luz queriendo vivir y salir de todo eso. “He intentado quitarme la vida varias veces, fue muy duro todo lo que viví, no quiero levantarme por las mañanas, no tengo fuerzas para seguir viviendo, ya no quiero sentir más todo esto”, escuché lo duro que había sido encontrar a su madre sin vida en su propia casa y como después de eso su vida se había terminado, no había podido continuar con sus estudios ni con su trabajo y solo buscaba la manera de morir.
Empezamos la terapia sanando esa memoria tan dolorosa en su subconsciente y transformando la tristeza que le producía imaginar el resto de su vida sin su mamá, graduarse, casarse, tener hijos y que ella no estuviera a su lado, trabajamos también toda la inquietud que le generaban sus creencias religiosas sobre el tema del suicidio y lo que su mamá podría estar viviendo.
En el subconsciente están grabados nuestros miedos más profundos, las tristezas, los fracasos y los momentos de vergüenza, de la misma manera tenemos creencias expansivas y limitantes que se convierten en órdenes para nuestro subconsciente, quien se encarga de crear experiencias y situaciones que comprueban que estas creencias son ciertas. A través de un test muscular encontré que tenía la creencia “quiero morir” y que no estaba la creencia “quiero vivir”, así que cambiamos esos programas y en un par de sesiones empezó a sentirse totalmente diferente. Esto nos permitió empezar el trabajo en casa con lecturas y tareas que la harían avanzar más rápidamente.
En una de las sesiones hicimos un ejercicio propio de la psicología llamado la silla vacía, para solucionar la gran pregunta que tenía; ¿por qué su madre había decidido quitarse la vida en su propia casa sabiendo que su familia la encontraría?. Descubrió la respuesta que tanto estaba buscando y eso le dio una gran paz, pudo decirle a su mamá todo lo que había estado sintiendo, la rabia que tenía, el dolor que sus decisiones le habían traído y cómo su vida se había detenido desde ese día.
Seguimos sanando los recuerdos, los intentos de quitarse la vida, las hospitalizaciones en las clínicas de reposo y luego empezamos a fortalecer su amor propio y su poder personal que se había visto bastante comprometido, trabajamos el tema de propósito para que pudiera darle un nuevo sentido a su vida. Poco a poco empecé a verla sonreír, su psiquiatra fue bajando las dosis de medicamento para dormir después de que trabajamos en la programación de creencias para conciliar el sueño fácilmente y sin interrupciones durante la noche y le entregué algunas claves sobre los errores que las personas más frecuentemente cometen y que interfieren con el sueño y cómo lograr lo que se conoce como el sueño reparador. Sus hábitos cambiaron, pudo regresar a su trabajo y todo siguió mejorando. Su psiquiatra continúo bajando las dosis de antidepresivos, hasta que todo regresó a la normalidad y pudo dejar definitivamente los medicamentos psiquiátricos.
Descubrimos que ella estaba evidenciando condiciones físicas que su madre también había tenido, que intentaba mantenerla viva al manifestar los mismos comportamientos, enfermedades, incluso los intentos de suicidio. Tuvimos que reprogramar sus creencias de salud y hacer un par de ejercicios donde honró su memoria, agradeció el hecho de haberle dado la vida y entendió que todo lo que recibió fue lo mejor que ella pudo darle. Una vez logrado todo esto se dio cuenta que podía elegir hacerlo diferente y que no era necesario repetir el camino de su madre. Al separar su vida de la de ella, pudo liberarse de la necesidad de mantenerla viva repitiendo su historia y empezó a tomar su propio rumbo.
Uno de los órdenes del amor del que se habla en constelaciones familiares y que desequilibra cualquier sistema familiar es el de pertenencia: “Todos los miembros de una familia tienen derecho a pertenecer y ser parte, cada persona que ha pertenecido a un sistema, independientemente de lo que hizo o dejó de hacer tiene derecho a pertenecer. Cuando se le excluye, alguien más adelante se ve en la necesidad de representarlo con su propia vida”.
Al ser conscientes de la necesidad de devolverle el lugar a su mamá dentro de la familia, volvieron a hablar de ella en las fechas especiales, sus cumpleaños y aniversarios, pudieron recordar los momentos bonitos, las cosas buenas que había hecho, el legado que había dejado y el amor que les tenía. Nuevamente una foto suya tomó un lugar dentro de la casa y pude escuchar anécdotas maravillosas que reparaban la historia.
El proceso terminó mucho más rápido de lo que su familia esperaba, un año después recibí una invitación a su matrimonio, unida a una petición especial, acompañarla ese día desde muy temprano en todo el proceso de preparación que es tan importante para una novia, me sentí muy honrada y feliz de poder realizar esa tarea, y ocupar un lugar tan especial que podría haber ocupado algún familiar o una amiga cercana.
Fue un día mágico que recordaré con mucho cariño, disfrutamos juntas cada paso, verla sonreír y sus ojos llenos de vida despertaron en mi un profundo sentimiento de victoria, las palabras de su padre con la voz quebrada sobre la gratitud que tenía conmigo y el proceso que le había permitido llegar hasta ese momento, me hicieron sentir una vez más la certeza de haber escogido el camino correcto para servir, la satisfacción que este ha traído a mi vida y la inmensa gratitud que me inspira a continuar.
Esta es la historia de una mujer que logró perdonar, sanar y contactar con su mejor versión. Ahora lleva las riendas del negocio de su familia, su papá pudo retirarse tranquilamente. Disfruta la vida con su esposo, su perro, dos gatos y está contemplando la posibilidad de ser madre muy pronto sin miedo y en certeza de que será un rol que desempeñará maravillosamente.
No importa que tan grande sea tu dolor o que tan difícil creas que es superarlo, hoy quiero decirte que siempre es posible sanar, perdonar, transformar y volver a confiar. Estás llamado a vivir una vida libre de miedos, dudas, tristeza, una vida plena, en armonía y felicidad.
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